Gerardo Zambrano: “De un desafío personal a una empresa familiar que hoy abarca todo el agro”
- Yonnatan Santos Preste
- hace 4 días
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Zambrano y Cía. cumple 36 años este 15 de mayo, una fecha que encierra mucho más que el aniversario de una firma reconocida: es el reflejo de una historia de trabajo, visión y construcción paciente. Gerardo Zambrano, fundador y presidente del escritorio, repasa ese recorrido con orgullo, pero también con claridad sobre lo que hizo posible que una idea personal terminara siendo una empresa referente del agronegocio nacional.
“Fue un desafío personal”, resume. Tras casi dos décadas de trabajo en Victorica, el rumbo cambió cuando los socios de esa firma decidieron tomar caminos distintos. “Eso, de alguna manera, me obligó —por decirlo así— a independizarme”, recuerda. Y ese momento fue, también, la oportunidad para comenzar de cero.
El escritorio nació con el rubro lanero como eje. Zambrano ya había desarrollado ese sector desde su etapa anterior, y apostó a profundizarlo. Pero pronto entendió que era necesario diversificar. “La lana se vende una vez por año, y nosotros queríamos tener contacto permanente con los productores. Eso nos llevó a ir sumando rubros”.
Una decisión clave fue establecer la casa central en Montevideo. Contra la lógica tradicional del agro —que empuja hacia el interior— Zambrano vio una oportunidad. “Muchos me decían: ‘pero las vacas están en el campo’. Sí, pero los viernes los productores venían a Montevideo a estar con la familia, y los lunes se quedaban por temas bancarios. Era ahí donde se cocinaban los negocios”, explica. Esa visión urbana del agro resultó acertada en un tiempo en que el teléfono fijo y el cara a cara eran aún fundamentales. Con el paso del tiempo, los cambios tecnológicos obligaron a descentralizar: se conformó una red de agentes en todos los departamentos del país, con más de un representante en varias zonas.
La empresa, que arrancó con apenas cuatro o cinco personas, cuenta hoy con 58 empleados en Montevideo y casi 200 colaboradores en el interior. “Esto ha sido una evolución, pero con algo que nunca cambió: la vocación de servicio. Eso es lo que siempre marcamos, lo que yo tuve desde el inicio, lo que inculqué en mis hijos y en todo el equipo”, afirma.
Esa vocación no fue solo una actitud: también fue una brújula estratégica para adaptarse a un agro en transformación. “Yo formé Plaza Rural en 2001. Estuve en la primera ganadera Hereford y ahí me di cuenta de que la parte virtual iba a ser una herramienta muy importante”, recuerda Zambrano. Si bien la fiebre aftosa fue un impulso clave para la venta de ganado por pantalla, la pandemia terminó de consolidar la virtualidad como una herramienta transversal. “Hoy por hoy es absolutamente imprescindible”, señala. “Incluso rubros que nadie imaginaba que podrían ser virtuales, hoy lo son”.

La incorporación de sus hijos y de nuevas generaciones fue fundamental en ese proceso. “La adaptación ha sido parte del ADN de la empresa. Y eso se debe, en buena parte, a que sumamos gente joven con vocación de servicio. Eso nos permitió desarrollar distintas áreas y mantenernos actualizados”.
De la lana inicial, Zambrano y Cía. pasó a sumar frigoríficos, remates —presenciales y por pantalla—, insumos, asesoramiento en inversiones ganaderas y de tierras, y el negocio inmobiliario rural y urbano, este último a través de ZP, liderado por uno de sus hijos. La empresa cubre hoy prácticamente todos los rubros del agronegocio.
Pero más allá de las áreas, Zambrano destaca otro valor que, según él, explica la solidez alcanzada: el compromiso. “El activo más importante de la empresa no es lo que tenemos, sino nuestra mentalidad de cumplimiento. Hemos tenido dificultades de cobro, a veces muy importantes, con la industria o con productores, y aun así siempre cumplimos. Muchas veces, el productor ni se entera de que nosotros no cobramos un negocio. Pero esa es la regla del juego, y la asumimos con responsabilidad”.
Con los pies en el presente y la mirada en el mediano plazo, Zambrano asegura que los desafíos no cesan. “Son permanentes”, afirma. “Siempre hay cambios, nuevas herramientas que se pueden aplicar al agro. Y eso requiere estar atentos. Por suerte, la empresa ya está plenamente integrada por mis hijos, que la dirigen desde sus distintas áreas, y yo no tengo dudas de que la van a mejorar aún más”.
Mirando hacia atrás, no duda en subrayar lo esencial: “Lo importante —como siempre digo— es que arrancamos poquitos, como un desafío personal, y hoy tenemos una empresa familiar que abarca todos los rubros y una parte importante del volumen del agronegocio del país. Me siento muy conforme con lo que hemos logrado”.
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